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Mensaje por Kaela L. Blackesley Jue Dic 20, 2018 3:58 am

Otra tarde más que había desperdiciado, adoraba la fotografía y le salía algún que otro trabajo, pero poco a poco la calidad de las fotos que sacaba había bajado considerablemente. Desde ese entonces se había tomado un pequeño retiro y, en las tardes en las que no tenía nada que hacer, salía con la cámara al primer lugar que pasara por su cabeza para ensayar, intentar mejorar ese pequeño toque que antes tenía para intentar depender menos del pago por su cuerpo. Pero una pequeña chispa, o más bien sonido procedente de un aparato electrónico hizo que su semana cobrara algo más de vida.

Habían pasado días, semanas e incluso meses desde que no tenía contacto con una de sus amigas, con la cual salía en la época donde ambas tenían pareja. Sentir como el móvil vibraba y leer su nombre hizo que una pequeña sonrisa se dibujara en sus labios, y una mezcla se recuerdos y emociones inundó tanto su cabeza como su estómago. Por una parte le agradaba retomar contacto con alguien con quien había hecho buenas migas, pero por la otra no quería volver a pensar en una persona en concreto, un chico pelirrojo que rompió su corazón hace tiempo. Había pasado página, pero por alguna razón un pequeño ápice de tristeza la inundó.

Poco a poco aquel efímero recuerdo se perdía, el intercambiar mensajes con ella completaba un pequeño cachito de "su anterior ella". La morena era alguien a la que acudía cada vez que tenía problemas, por mínimo que fuera, se sentía tranquila el hablar de compartir esas cosas. —Hey, ¿qué tal si quedamos para cenar? —escuchó su dulce voz a través del aparato por medio de nota de audio. Sin pensarlo mucho más aceptó la propuesta, el sentimiento de nostalgia la pudo, y el tener a una amiga en la que confiar no le vendría mal, aunque el hablar y el abrirse, por mucho que la conociera de antes, no le atraía en lo absoluto. La energía y alegría de Mía se contagió rápidamente a la albina, estando deseosa que la noche del sábado llegara en cuanto antes.

La esperada noche llegó, los dos días anteriores fueron pésimos para ella y esperaba compensar esa tortura poniéndose al día con ella. Se arregló como si se tratara de una cita, cenarían en un restaurante medianamente lujoso, y Mía se había tomado la molestia de reservar una mesa en una zona algo apartada, con la excusa de que tenía unos cotilleos de primera que tenía tantas ganas de contarle.

Llegó al local unos minutos antes de lo acordado así que envió un mensaje a su acompañante, recibiendo como respuesta que la esperara en la mesa, ya que tardaría un poco más de lo acordado. Y así hizo, pasó y un amable y sonriente camarero la acompañó a la mesa indicada, esperando con impaciencia su llegada. —Seguiré esperando, gracias —respondió ante el mismo chico de antes, haciendo que inmediatamente sacara de nuevo el móvil para insistir en que se diera prisa. Después de unos cortos mensajes y pequeñas risas, bloqueó la pantalla del aparato y subió la vista, encontrándose unos orbes rubíes que tan familiares le era, haciendo que su corazón se acelerara y su cabeza empezara a recordar.


Última edición por Kaela L. Blackesley el Vie Dic 21, 2018 2:27 am, editado 1 vez
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Mensaje por Eijirou Dahl Jue Dic 20, 2018 11:10 pm

Otro día que transcurría exactamente igual que el resto, ya demasiados días (quizás meses) metido una rutina de trabajar e ir a casa, quizás pasando brevemente por el gimnasio, pero solo porque eso le mantenía la cabeza despejada unas horas a la semana. Realmente no tenía ganas de nada, simplemente se había encerrado otra vez en si mismo, volviendo a una mala versión de ese chico alegre al que cogías aprecio rápidamente. Ahora esa persona había quedado muy atrás, enterrada junto a los recuerdos de la chica a la que había jodido tanto que no sabía cómo reaccionaría si volvía a verla alguna vez. Una parte de él quería hablar con ella, disculparse, sacarse de algún modo esa culpa que le acompañaba constantemente, pero siempre terminaba retirándose en el último momento, borrando el número de teléfono cuando ya estaba listo para llamar.

¿Y si había pasado página y ahora solamente reaparecía para fastidiarla otra vez? Creía que ya había hecho bastante, pero esa idea era recurrente en su cabeza. -¿Y ahora quién llama?- Se quejó mientras avanzaba lentamente desde el sofá de su apartamento, donde veía la televisión tumbado a oscuras, hasta su teléfono. Era un número conocido, un viejo amigo de esos tiempos claramente mejores en que salía con Kaela, se podría decir que ese chico y su novia eran buenos amigos del pelirrojo y la albina. No era la primera vez que recibía una llamada suya desde que estaba soltero, pero siempre rechazaba quedar con él. No es que le cayera mal, todo lo contrario, pero no era lo mismo que antes y no quería hablar del tema, pues seguro que iba a monopolizar la reunión. –No puedo, tengo trabajo, lo siento… Otro día quizás.- Colgó y volvió a dejarse caer en el confortable sofá.

Al día siguiente, a la misma hora volvió a llamarle, y de nuevo recibió la misma respuesta de Eijirou. Las llamadas se sucedieron cada día hasta que aceptó ir a cenar con él. -¿Al final lo has conseguido eh? Pesado…- Bromeó con Kouta, que así se llamaba el viejo amigo, quien le hizo prometer que acudiría y no iría hecho unos zorros. ¿Tenía una cámara en su casa o qué? Demasiadas exigencias, pero ya había dicho que iría y eso tendría que hacer… Aunque ciertamente le dio mucha pereza una vez llegó la noche, tenía que cumplir con su palabra y pese a la pereza inicial, en el último momento empezó a animarse ante la cena con su amigo. Sabía que tendría que tocar temas espinosos pero… Tendría que hacerlo en algún momento, y probablemente ya debería haberlo hecho antes. Se vistió con una camisa azul, unos vaqueros oscuros y zapatos negros, acompañado de un buen abrigo largo para protegerse del frío y puso rumbo al restaurante. Avisó que llegaría un poco tarde pues había calculado mal la distancia, pero tampoco iba a ser algo dramático. Kouta tardó en responder, seguramente estaría hablando con alguien ahí dentro o solamente se había despistado.

Una vez llegó, el camarero le hizo una señal para que le acompañara a la mesa, una que quedaba un poco más alejada del resto de comensales. Eijirou avanzó mirando hacia los lados, fijándose en lo que comía la gente sin prestar atención al frente, lo que hizo que casi derribara a un camarero cargado con varias bandejas en su camino hacia la mesa. Al volver la vista al frente esperando encontrar a su amigo, lo que vio le dejó paralizado en el sitio, y pálido, con el corazón desbocado por la sorpresa y los nervios. -¿K-Kaela? Ese maldito Kou me ha engañado…-

Se quejó en voz baja haciendo un amago de sacar el móvil para empezar a meterse con su amigo, pero finalmente lo volvió a dejar en el bolsillo del pantalón. –I-Imagino que querrás que me vaya de aquí, lo entiendo…- Se giró para encarar el camino de vuelta, saliendo del restaurante, pero antes de que pudiera dar un paso al frente, volvió a girarse hacia ella. Quizás esa era la oportunidad que necesitaba para poder disculparse. –Pero… M-me gustaría poder hablar contigo.- Estaba tan nervioso que la voz le temblaba, así como lo hacía la pierna derecha si uno se fijaba con atención. No podía creer que estuviera ahí… La veía tal y cómo la recordaba. ¿Le sucedería lo mismo a ella?
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Mensaje por Kaela L. Blackesley Vie Dic 21, 2018 3:54 am

¿La espera valdrá la pena? Se preguntaba mientras contaba los segundos que pasaba allí sola, mirando a la mesa y al móvil de vez en cuando, esperando algún mensaje que indicara la llegada de la morena, pero solo recibía tonterías varias, chistes, adelantos de lo que sería una amigable y enérgica conversación, pero seguía sin aparecer. Fue en aquel momento donde reconoció al hombre que estaba frente a ella que aquella pregunta se respondió sola con un rotundo "no". —N-no puede ser... —musitó mientras sus manos iban a su rostro, cubriendo su boca. Estaba sorprendida y dolida, de todo lo que podría haber pasado esa noche, encontrarse con Ejiriou después de todo lo que había pasado entre ambos era lo último que quería. —¿Por qué haría algo así? —seguía hablando para sí misma, sin poder creerse aún a quién tenía delante.

Los segundos ahora pasaban como si fueran minutos o incluso horas. Quería levantarse y salir de allí corriendo, sin importar lo que quisiera decirle el pelirrojo, solo quería irse y olvidarse de esa terrible noche. Pero sus piernas no reaccionaron, su mente le jugó una mala pasada en el peor momento; pequeñas imágenes de ambos juntos, cuando su relación parecía ser el mejor de sus sueños y que tanto deseaba revivir una y otra vez. Parar el tiempo en esos instantes en los que conseguía llenarla de alegría con pequeños gestos como un "te quiero" o un abrazo. Pero de la misma manera como le entregaba toda la felicidad del mundo se la quitó. Exactamente la misma sensación que sintió la noche donde descubrió todo la recorrió por completo, haciendo que una pequeña lágrima bajara por su mejilla hasta caer sobre la helada y pálida piel de Kaela, y así volviendo a la realidad.

Trató de calmarse, respirar hondo y aparentar tanto seriedad como desinterés por su persona. Sus manos se colocaron sobre sus muslos, queriendo mirarle a los ojos sin derrumbarse allí mismo, delante del hombre que una vez amó con todo su ser. Estaba dolida, no por el retorcido plan de sus amigos al hacer de esa cena un reencuentro, si no por aquellos tortuosos recuerdos que tanto le habían costado olvidar. —Deberías irte —exigió con firmeza, con una seguridad que nunca existió y mucho menos en momentos como ese. "Está todo controlado, cálmate" se dijo a sí misma en pos de volver a "echarle sutilmente" del local. Fue el sonido del vidrio romperse lo que hizo que sus labios no emitieran ninguna otra palabra. Rota, así se encontraba en ese momento, y no podía engañarse con simples palabras.

Sus manos comenzaron a temblar y su pecho se llenó de una extraña sensación bastante familiar para ella. Todavía no llegaba a comprender ese sentimiento, pero solo sabía que dolía, un dolor leve pero desesperante a la vez. —¿Por qué estás aquí? ¿Qué quieres ahora de mí? —elevó la voz con notable enfado. —¿Acaso no te bastó con romperme el corazón en su día? —sus piernas reaccionaron, se levantó de golpe y subió el tono de voz. No quería respuesta o hablar sobre lo ocurrido, en ese momento de su boca solo salían cosas hirientes, queriendo hacerle saber a la perfección el dolor que había pasado el día de su ruptura, y los insufribles meses después de haberle perdido.

Formó un pequeño silencio que rompió la vibración del móvil sobre la mesa, no podía olvidarse de la encargada de hacer que se dirigiera al lugar indicado, para hacer que cayera en picado y retomar el pasado. Un pasado que solo era eso: pasado. Nunca olvidaría los días en los que estuvo llorando desconsoladamente encerrada en su casa, sin querer probar bocado siquiera. —Fuiste tú el que planeó todo esto, ¿verdad? —limpió rápidamente otra pequeña lágrima que recorrió su mejilla, notando como su voz poco a poco iba quebrando. —Joder, ya ha pasado mucho tiempo como para que te vuelvas a entrometer en mi vida —quería dejarle claro cuales eran sus deseos. El único problema que tenía era que ni ella misma sabía lo que realmente deseaba. Miedo y desesperación quizás, miedo a volver a ser dañada, lo que provocaría esa desesperación por acabar con ese sentimiento, acabar con él. Pero estaba claro que la relación que tuvieron ambos no fue una cualquiera, se repetiría mil y un veces lo idiota que es por pensar en aquellas dos palabras después del sufrimiento que había vivido por su culpa. "Te amo" eran las palabras que tanto anhelaba volver a pronunciar y dedicar al todavía poseedor de, por desgracia, su roto corazón.

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Mensaje por Eijirou Dahl Vie Dic 21, 2018 6:32 pm

La reacción de Kaela fue la esperada, y Eijirou la entendía perfectamente, precisamente por eso no se había atrevido a volver a hablar con ella desde aquel fatídico día. Sabía que el reencuentro iba a ser doloroso para ambos, y como un estúpido se había mantenido al margen de todo, aun cuando en el fondo de su corazón lo único que quería era volver a tener la relación que tuvieron tiempo atrás. Lamentablemente eso no iba a suceder, las heridas que causó en su corazón y en su alma eran demasiado profundas, nunca podría reparar ese daño tan terrible que provocó. Eijirou también lo pasaba mal, pues le costaba mantener la mirada sabiendo el daño que estúpidamente le había causado, y además a ella, a la persona a la que más había querido.

Y que seguía queriendo. Aunque tuvo que pasar y hacerla pasar a ella por todo aquel infierno para darse cuenta, cuando volvió a verla sus sentimientos se confirmaron, algo que le hizo sentir peor todavía si era posible. –Kaela, deja que…- Iba a pedirle un momento para explicaciones cuando se levantó de golpe preguntándole qué hacía en aquel lugar, visiblemente enfadada, recordándole cómo le rompió el corazón tiempo atrás. Esa frase le sentó a Eijirou como una puñalada en el estómago, algo que seguramente ella podría leer en la expresión del pelirrojo. Le dolió, y mucho, pues confirmaba todo el dolor que le había hecho pasar a la albina, un dolor que seguía bien vivo en aquel preciso instante a juzgar por cómo le miraba. Cuando estaban juntos no hubiera imaginado nunca que llegaría a mirarle con esa expresión, con pequeñas lágrimas de rabia cayendo por su hermoso rostro.

–No es lo que piensas… Kouta me había convencido para cenar aquí con él, y-yo no sabía nada de esto…
- Se quedó de pie donde estaba, con los puños cerrados con fuerza, aguantando como podía las ganas de llorar que sentía en aquel instante, sabía que si se veían algo así sucedería, y es que las heridas de ambos eran demasiado profundas. Probablemente tendría los ojos totalmente rojos, manteniendo la mandíbula apretada y respirando por la nariz como podía. Sentía tanta impotencia, tanta rabia y tanta tristeza por todo lo sucedido que sentía que iba a desmayarse en cualquier  momento. Se cargó aquella relación tan especial y el corazón de Kaela, no podría perdonarlo nunca, pero sentía que debía aprovechar aquella oportunidad como fuera. –Yo… Llevo tiempo pensando en ti, en lo que pasó, lo que hice…- Le costaba horrores pronunciar palabras, y la opresión que sentía en el estómago parecía ir cada vez a peor, pero no iba a retroceder, no ahora, no podía irse sin más. Todavía la amaba, por muy imposible e imprudente que fuera, pero así eran las cosas.

–Si quieres que me vaya, me iré, y no volverás a verme, lo p-prometo…- Cada palabra salía con mayor dificultad, era como si su alma quisiera hablar con ella pero su cuerpo se esforzara en impedirlo. –No tengo derecho a pedirte nada, pero por favor, por lo que fuimos, deja que me siente contigo y hablemos.- La expresión suplicante de su rostro debía ser un cuadro, realmente no se creía capaz de haber pronunciado aquellas palabras, pero ya estaba dicho. Lo que realmente quería decirle era que seguía amándola, que siempre lo había hecho y que no podía vivir sabiendo el daño que le había provocado, pero le daba miedo recibir un baño de realidad en forma de "ya no" de la chica albina, algo que parecía desprenderse de la forma en que le miraba.
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Mensaje por Kaela L. Blackesley Jue Dic 27, 2018 12:55 am

Pese a la profunda tristeza que sentía en ese momento, y por mucho que quisiera evitar cualquier tipo de conversación con él, le dolía dirigir aquellas palabras hacia él. No podía olvidar los dolorosos recuerdos que pasaban una y otra vez por su cabeza, y no quería que se volviera repetir con nadie, y menos con Eijirou de nuevo. Pero nuevamente sus sentimientos tenían una ardua batalla, era una sensación que odiaba, y más si se ponía a pensar en los pros y contras que tenía cada una de las opciones. Pero, ¿cuál era la decisión correcta? Buscaba con ansias la respuesta a tal pregunta, esperando que, tras elegir alguna, todo volviera a ir bien. Ya no sería la ingenua de antes, la pequeña niña que veía todo de color de rosa y que tan perfecto era. Había aprendido desde aquel entonces, ahora usaba la cabeza en vez de aventurarse por la idea más atractiva que viera.

Sus manos sudaban de lo nerviosa que estaba, mientras sus labios seguían sellados, callando muchas cosas que pasaban por su cabeza en ese instante. Su mirada se dirigió al suelo, le costaba incluso mantener el contacto visual, unos ojos en los que tanto se había perdido en su día, y con los que tanto soñaba cada noche. —No entiendo nada, ¿por qué ahora? —preguntó mas bien para sí misma en voz alta, maldiciendo a su amiga mentalmente. —Esto es una broma de muy mal gusto —dijo levantando nuevamente la vista, sin llegar a tener contacto directo con sus ojos. ¿Tan difícil era ignorar su presencia y su voz? La salida era ahora su único objetivo en mente, pero se veía tan distante en aquel momento...

Suspiró apartándose unos cuantos centímetros de la mesa para guardar el móvil en su pequeño bolso negro. Deseaba tener un botón el cual pulsar cada vez que quisiera hacer callar a sus pensamientos, y lo único que solucionaría eso sería tomar unas cuantas comas de más, esperando así que al menos la noche se animara un poco más. Cualquier cosa, tanto alcohol como sus ansiadas drogas estaban esperándola en casa, llamándola para dejar que su imaginación se disparara por los aires. Sonaba de una manera tan llamativa para Kaela, que era demasiado tentador como para no llevarla a cabo.

Ella también había estado pensando en él, y era algo que aunque negara cientos de veces, siempre terminaba dedicando unos cuantos minutos para Eijirou. Pese a no ser nada, ni haber tenido contacto desde hacía tiempo, aún estaba presente de esa manera, y era algo que al final terminaba dañando también a la albina. No, no había superado su ruptura, era algo de lo que podía presumir fácilmente, pero la realidad era esa. —Te fuiste hace tiempo, ¿por qué no podía seguir siendo así? —preguntó colocando un mechón de su blanco pelo tras su oreja. —Para mí desapareciste ese día —se encogió de hombros ladeando la cabeza. Le dolía dirigirse a él de esa manera, le costaba tanto hablar como esconder ese dolor, pero su semblante se mantuvo serio en todo momento.

Su cabeza poco apoco se iba despejando, ya asimilando en la situación en la que estaba y a quién tenía delante. —Olvidemos esta noche, olvídate de mí —esta vez fue inevitable que una pequeña mueca de dolor se dibujara en sus labios. Le costaba horrores tomar un papel tan distante con el pelirrojo pero sabía que al final acabaría agradecida por ello. "O quizás no" Aquel pensamiento fue el que dio paso a que se dispusiera a salir del local. —Adiós —pronunció a secas antes de poner rumbo a la salida del establecimiento, dando por concluida la noche.




Última edición por Kaela L. Blackesley el Dom Dic 30, 2018 11:15 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Eijirou Dahl Dom Dic 30, 2018 10:16 pm

Eijirou esperó a que la chica contestara algo, lo que fuera, a su petición de que le dejara sentarse con ella. Aunque solo fueran cinco minutos, era algo que necesitaba, y ahora que la veía después de esa temporada creía que ella también. Pero como esperaba, no se lo iba a poner nada fácil, y lo entendía perfectamente. Por un instante tuvo esperanzas de que le dejaría sentarse con ella, pero cuando vio que guardaba su teléfono móvil en el bolso ya se preocupó de nuevo, pues no pintaba nada bien. La respuesta no tardó en llegar en forma de pregunta, pero que dejaba bastante clara la postura de Kaela al respecto, y aunque el pelirrojo intentó que no se le notara el dolor que le produjeron esas palabras, probablemente ella podría haberlo visto. Otra persona que le conociera menos quizás no, pero ellos dos lo compartieron todo, y se conocían perfectamente. O eso creía. –Kaela, yo…-

Fue capaz de pronunciar ante la afirmación de su amada relativa a su desaparición. Ahora él ya no sabía si mentía o si era cierto y efectivamente le había olvidado por completo. ¿Tanto habían cambiado que ya ni podía reconocer eso? Al parecer las cosas estaban peor de lo que Eijirou había pensando en un primer momento y quizás si que le había olvidado por completo. Cuando vio cómo se levantaba de la silla ni siquiera pudo responder, aunque se moría de ganas de hacerlo, y se quedó con la cabeza agachada mirando al suelo. Estaba destrozado por completo, pero era lo que merecía por sus acciones pasadas.

Al escuchar cómo volvía a dirigirse a él, levantó ligeramente la vista del suelo para volver a enfocar directamente a sus bellas facciones, y al pedirle que la olvidara detectó un gesto cuasi imperceptible de dolor en su rostro, seguramente se estaba esforzando mucho en ocultarlo. Pero como había dicho antes, ellos se conocían demasiado bien, y quizás había algo de esperanza en la noche de Eijirou. Cuando Kaela pasó por su lado despidiéndose de él, el pelirrojo la agarró del antebrazo, con cuidado de no hacerle daño, pero lo suficiente como para frenar su avance.

–No puedo olvidarte Kaela, no puedo olvidar lo que hice, lo que nos hice… Por favor, solo siéntate conmigo, yo…- “Te quiero, te quiero, te quiero.” Estuvo a punto de decirle, quedándose a instantes de pronunciar aquellas palabras, pero finalmente su subconsciente cambió el mensaje que su corazón quería transmitir.Lo siento mucho, siento haberme creído las mentiras que me contó y… Haberte hecho tanto daño…- Imaginaba que ahora Kaela le abofetearía y saldría del restaurante, pero por lo menos había conseguido transmitirle su más sincero arrepentimiento, lástima que no pudiera haberle dicho que la seguía queriendo, ese era todavía más importante, pero escuchar de sus labios que ella ya no le aterraba.
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Mensaje por Kaela L. Blackesley Lun Dic 31, 2018 12:46 am

Cuando por fin creía que saldría de aquellas cuatro paredes para olvidar esa fatídica noche, sus piernas se pararon en seco cuando su brazo fue agarrado por el contrario, provocando un contacto físico que causó en la albina muchas sensaciones en cuestión de segundos, quedándose encerrada en su cuerpo la de melancolía. Empezaba a sentirse como un pájaro enjaulado entre unos barrotes de metal que la ocultaban del mundo exterior, pero en su caso, de la felicidad. Poco a poco y pese al no notarlo, esa jaula había estado protegiéndola de la realidad, de ese desastroso reencuentro que tanto deseaba que nunca llegara, convirtiéndose ahora en un espacio que no podía soportar; debía salir de ahí. ¿La mejor manera? Probablemente sentarse a hablar como personas adultas y civilizadas, pero Kaela no era así.

Podrían llamarla cría, inmadura o egoísta millones de veces, pero ella tenía claro que trataría de evitar el tema constantemente, concretamente huir. ¿Pero huir a dónde? En esa pequeña caja metálica e invisible que había recreado era minúscula, y si seguía así terminaría ahogándose con el mismo aire que ahora tanto le costaba respirar.

Se quedó mirando su rostro en lo que el pelirrojo hablaba y pronunciaba cosas que tanto había deseado escuchar cuando pasó todo eso, sintiendo como a poco a poco sus ojos comenzaban a picar, un ligero e incómodo ardor que acabaría por derrumbarla en cualquier momento, sumado a las palabras que tanto le costaba retener. —Yo... yo... —trató de responder, pero por mucho que intentara hablar, las palabras no salían. Hablar de su hermana y las cosas que había estado contando sobre la menor era un tema delicado para Kaela, y tras mencionar sus engaños un nuevo miedo empezó a crecer. Si Eijirou había vuelto no podía descartar el hecho de que Akiko también estuviera rondando cerca, y ahora que estaba fuera de su vida temía volver a verla.

Le dedicó un par de segundos más en los cuales se mantuvo en total silencio, sin atreverse a dar contestación a sus sentimientos, los cuales probablemente habían estado callados durante mucho tiempo debido a la amplia distancia que se había formado entre ambos. De un ligero pero brusco movimiento se liberó de su agarre, marchándose del lugar al instante.

En cuanto puso los pies fuera del local comenzó a respirar aliviada, sintiendo el aire gélido de la noche chocar contra su sudada piel debido a los nervios que había cogido dentro. —...tampoco he podido olvidarte —susurró esas palabras que querría haber dicho antes de irse, palabras que probablemente habrían empeorado la situación. Suspiró tratando de hacer que su corazón dejara de latir con tanta intensidad, comenzando a caminar hacia su hogar.


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