priv ✽ fighting no fights.

Bajar a Neoarghia era mas una molestia que otra cosa, aun habiendome criado en este mismo pais, en la ciudad que habia debajo ciertamente el encanto de la misma no podía competir ni por asomo con la estacion que habia ayudado a crear desde cero. Esa misma estación que llevaba el nombre que mi padre le habia puesto hace mas de cincuenta años. La misma que ahora permanecía en órbita y era el centro del universo. Pero algunas veces habia que hacer cosas que no me gustaban en pos de un bien mayor y aunque una reunion de mas de cinco horas debatiendo con los inversores de Deimos que debian de financiar aún el setenta por ciento de la construccion de aquella estación no sonaba lo mejor del mundo lo que venía despues de la reunion si que era una buena oportunidad para conseguir mis fines en realidad, los tratos no se cierran en las oficinas no, se forjan detras de una mesa con licores, alcohol y mujeres. Y para conseguir esas cosas todos habian decidido seguir una sutil sugerencia que él habia lanzado "el Blue Ram" un local que no parecía el mejor para una reunion de negocios pero que cumplía con los intereses de todas las partes, ahi tendrian una gran sala reservada para todos ellos y yo además podría conseguir otros planes, ademas de unas cuantas mujeres y obtener aún mas beneficios.

Verás, manipular a unos catorce hombres de negocios puede resultar complicado pero cuando les dices que ya tienes una zona reservada, que pasarán una noche inolvidable y se olvidarán de las molestias del negocio lo que consigues es justo eso, que se olviden de lasnormas, que se olviden de todo y disfruten y no hay nada mas facil de manipular que alguien que desea el placer porque hará todo lo que quiera por tal de tenerlo. Y además del dinero habían otros motivos que me ataban a ese local, algo que en realidad debia de agradecerselo al inútil de su hijo que en una semana habia traido un suculento regalo que él bien iba a desenvolver. El local, no parecía nada del otro mundo, una discoteca como cualquiera, mas o menos exclusiva pero con el sonido de la musica bastante alto en las plantas mas bajas y a medida que se retiraban a una parte mas apartada todo se volvia bastante mas tolerable. Nunca me han llamado la atención los locales asi pero había que hacer lo que había que hacer.

Y mientras todos bebian y charlaban animadamente, y las historias empezaban a escapar de sus bocas yo me dedicaba a mirar a los alrededores. Habia un escenario donde un espectaculo que llamó por mucho mi atención porque bueno, bastaba con ser una persona con algo de testosterona en el cuerpo para que todas tus hormonas se aquel champan que la empapaba fuera otra cosa. -Oh Aren, si tan solo tuvieras un par de dedos de frente... -murmuré, algo que tampoco me sorprendía, aun quedaria una o dos horas hasta que esos hombres de negocios estuvieran lo suficientemente borrachos como para dejarse llevar por sus deseos que entonces podría despues hacer lo que llevaba esperando todo el dia. Convencerles de que los intereses de Deimos no eran más importantes que los mios, los de la Federacion Akishino, porque ese era mi habilidad maestra: jugar a dos bandas y ganar en las dos. Pero ahora se me habia ocurrido algo mucho mejor. Apoyado en aquella pequeña barandilla de lo que era el reservado (una zona sutilmente elevada sobre el que se veia el resto del local y que impedia las miradas curiosas salvo que te asomaras) seguí a aquella peliazul que acudía con prestreza tras desaparecer brevemente del escenario y había vuelto con un kimono en lo que parecía una extrañara premura.

-Disculpadme un momento. -tras levantarme de la mesa caminé con elegancia y sin demasiada premura observando la situacion. Ah, un acto de ayuda desinteresado entre mujeres, algo que me encantaba pero solo como la pureza, para romperla y hacerla añicos en realidad. Con paso tranquilo avancé hacia ella observando la situacion desde la distancia, no tenias que ser un genio para saber que pasaba o para imaginar lo que pasaria en realidad claro. No sabia quien era la otra joven, pero me parecio igual de joven y hermosa, eran como dos extremos de la misma cuerda, la belleza y aquello le haria a cualquier hombre la boca agua y a alguien como yo, bueno, le ponia una sonrisa de lado a lado. Con toda la confianza del mundo caminé hasta ellas, aun con ese traje de negocios que siempre llevaba para ocasiones como estas. -Es una pena que traten a las mujeres así -no sabía que había pasado y sinceramente, daba igual, ahora tenia la oportunidad de divertirme y mandarle una lección a Aren, que eran las dos cosas que mas me gustaban en el mundo, en mi tiempo libre claro. -pero podeis decir que es vuestro dia de suerte, si quereis ese capullo puede desaparecer de vuestra vista para siempre -asi era como se conseguia la atención de los demas: primero identificas su problema, ofreces una solucion luego les tientas y finalmente caen. Y a todos les pasaba lo mismo.

-Mis 'socios' y yo estamos en una fiesta, ahi, en el reservado, podeis uniros a nosotros si quereis, -aquello parecia una sugerencia pero no lo era, yo no sugería cosas, ni dejaba que las pensaran. Si decía algo el ambiente parecía recargarse, solo bastaba que me miraran a los ojos para entender casi que no había otra opcion -he visto tu espectaculo -podia haber dicho su nombre pero eso revelaria mis cartas y no no me convenia lo mas minimo. -y si te apetece tanto tu como tu amiga estais mas que invitadas, podeis ganar bastante mas de lo que quiera que os saqueis en propinas en todo un año, o diez. -las examiné, de arriba abajo pero sin resultar demasiado evidente, con un rostro serio pero atractivo la gente no se fijaba apenas en tus intenciones y eso lo habia comprobado desde crio, motivo por el cual siempre resultaba mas convincente de lo que los demas creian y cuando me conocían sabian que incluso eso se me quedaba corto. -Unas jovenes y preciosas mujeres como vosotras seguro que encuentran mas diversion y beneficio ahi arriba que aqui abajo, podeis traeros a unas cuantas mas si quereis compartir beneficios pero eso ya es cosa vuestra. -y ahi estaba la oferta, ¿quien rechazaba dinero facil cuando les decia que podia librarse de esa molestia? -Aunque antes me gustaria saber cuales son vuestros nombres. -y de nuevo no preguntaba. Yo no pregunto.

-Charlie, Agnes. -mi mirada viró de un lado a otro de cada par de brillantes a ojos a los labios que coronaban y resaltaban en los rostros ajenos, mientras que uno había elegido el rojo carmín la otra llevaba uno mas oscuro que aun así resaltaba como el color mas vivo por su piel pálida. -Seré vuestro anfitrión, Dante, podéis llamarme así prefiero que no hayan formalidades. -me parecían una pérdida de tiempo, el único respeto que valía era el que los demás demostraban hacia mi persona a través de la sumisión, no de la educación impuesta. Las dejé hablar, mirándolas pero casi sin prestar atención mientras viraba lentamente para ver que hacían los demás, por supuesto ya habían conseguido atraer a unas cuantas jóvenes, tres más que parecían haber congeniado bastante bien con gran parte del grupo, pero ellos podían tener sus jóvenes predispuestas a lo que fuera, ahora yo tenia a esas dos y los tres sabíamos que una noche empezaba así y terminaba de formas que ninguno lo esperaban. Si dudaban o no le daba igual, si tenían preferencias sobre lo que querían hacer que las tuvieran al final todo el mundo se rompía hasta los cimientos.

-No hace faltan excusas, cariño -siempre me tomaba las confianzas con todo el mundo porque nadie decía que no, y nadie dudaba de sus palabras. -el gerente no os dirá nada. Estaba más que dispuesto a cerrar el local para nosotros pero insistí en que eso no hacia falta -si cerraban en local a lo sumo dejarían a un par de trabajadores y no habrían tampoco jóvenes exuberantes mas que dispuestas a unirse a una docena de hombres de negocios terriblemente adinerados. -Eso es cosa vuestra -ladeé el cuerpo para mirarlas antes de indicarles que me siguieran con la cabeza escaleras arriba, cruzando aquellos amplios escalones, deteniéndome al principio como el dueño de un animal que guiaba a su rebaño sin decir una sola palabra -y depende de lo que esteis dispuestas a hacer. Podéis contar con cincuenta mil créditos para cada una solo por subir estas escaleras -y yo no jugaba con las cifras. -el resto son extras que dependerán de vuestra 'actuación'. -las esperé a la mitad de aquella ascensión, contemplando a los demás, soltando anécdotas entre copas de licor medio vacías, sus improperios resultaban indistinguibles del ruido de la gente, no obstante las jóvenes estaban en su salsa, coqueteando, sirviendo, bebiendo, hablando y bueno alguna que otra estaba aún más animada de lo que esperaba incluso yo, el poder dinero no debía de ser subestimado.

Colocado entre ambas, corté aquella unión de protección que se estaban dando, las personas eran mas fuertes juntas que separadas así que un gesto como colocarse entre ambas y apoyar las fuertes manos en la parte baja de la espalda de cada una y se detuvo hasta estar frente a aquella alargada mesa, al estilo mas puramente japones, a ras de suelo, se reunían aquellos hombres. -Caballeros, y jóvenes damas -pronuncié mirándolos. -permitidme presentaros a Charlizee y Agnes, quienes muy desinteresadamente -puntualicé con una sonrisa inusual en mi rostro -han decidido unirse a nosotros esta noche. -inspiré lentamente antes de avanzar por aquella mesa, notando como todos las miraban, como esos ojos se clavaban en cada curva pero pobres de ellos pues yo jamás compartía lo mas mínimo de ninguno de mis platos. Les indiqué que se sentaran juntas, separarlas haría que estuvieran demasiado nerviosas y aunque podía terminar con eso rápidamente prefería jugar con aquella imaginaria sensación de confianza a mi favor.

Sentado frente a ellas tendí dos copas que llené con un burbujeante champan dorado antes de mirarlas con atención. -¿Sabéis que es la estación Nova? -pregunté con curiosidad, la revelación había impactado al mundo haría solo unos meses atrás pero nunca estaba de mas ponerlas en situación. -Pues delante de vosotros están muchos de los que han financiado esa titanica ciudad y el que ha liderado su construcción y diseño. -me relamí los labios tras un profundo sorbo sin dejar de mirarlas, inclinándome hacia adelante aun sentado en ese cojín, notando como todos sus compañeros casi dejaban de mirar a sus acompañantes para centrarse en ellas dos. -Podéis estar aquí de charla, bebiendo tranquilamente, aprendiendo del mundo de los negocios y quien sabe, quizás alguno de ellos se ponga en contacto con vosotras para que los acompañéis a fiestas, reuniones... -pero a mi me parecía todo eso una minucia. -Pero si queréis aprovechar la oportunidad yo de vosotras buscaría causar sensación. Sois dos preciosas jóvenes, en la flor de la vida y la belleza... -ladeé el rostro hacia el resto de las jóvenes mujeres que los acompañaban, exuberantes y mucho mas inmersas que ellas dos en lo que era el juego de la atención y el deseo. -...claro que tendréis que competir contra ellas. -señalé observando como los billetes iban y venían y las promesas de un nuevo encuentro inundaban el ambiente.

Habían dos cosas que no podía soportar, la ignorancia intencional y la resistencia. La primera era un crimen capital incapaz de perdonar porque el que quería parecer estúpido me estaba insultando, y eso significaba que no solo perdía el tiempo sino que encima pensaban estar en un lugar superior a mi y no había nadie así en este mundo: la segunda en realidad era mucho mas simple, cuanto mas se resistía la gente más insoportable parecía y aunque al final creyera y supiera que podía corromper a todo el mundo esos minutos y horas gastados no los recuperaría y quien me hacía perder el tiempo me hacia perder la paciencia. Por suerte a Charlie la excusaba el desconocimiento y a Agnes...bueno, hasta una leona que rugía y sacaba las uñas acababa siendo dominada por un león, como él, un depredador. -Pues compañía, ¿qué va a ser si no? -no era difícil de entender aunque podía comprender que en realidad no había pasado por algo así, una dulce noticia para mis oídos aunque con esa apariencia frágil de una muñeca salida de su caja de música era entendible que no tuviera conocimiento alguno. -Yo no los llamaría vacíos -terminó por verter el licor en los vasos de las contrarias y dar un lento sorbo. -pero todo el mundo quiere algo de diversión, comprensión, atención, esa es la compañía. Si queréis estar aquí firmes como una estatua de mármol podéis hacerlo -a mi me daba igual, aunque era una dolorosa oportunidad perdida. -adelante, pero quien no arriesga, definitivamente no ganará nada. Lo que os pagaré os lo pago yo, no lo olvidéis, ellos -los apunté con la barbilla -aunque se han fijado en vosotras no os darán ni un crédito por estar asustadas y más si saben que no dejaré que os toquen.

Así fingía una caballerosidad que no tenia, pero todos en esa mesa sabían que yo no compartía jamás y menos aún mujeres. -Vete entonces. -pero no era una orden sino todo lo contrario. Lancé una gélida e intimidante mirada elevando el rostro lentamente hasta chocar contra sus ojos, y cuando osó tocar el cuello de mi camisa o si, ahí mi expresión se tornó siniestra con una sonrisa, escueta pero mordaz. -Si quieres tu dinero, compórtate como lo hace tu amiga, yo no te he dicho que rivalices con ella si es lo que piensas, vosotras dos sois mis invitadas, competís por lo mismo, cuanto mas os hagáis de notar más aún ganareis. Y si al final de la noche quedo satisfecho con vuestra 'actuación', bueno, os garantizo algo bastante mas que la calderilla que os prometí. -aparté la mano de la contraria de un simple manotazo. Su mirada fue a parar a la contraria antes de relamer los labios para arrastrar sus gotas de licor por los carnosos húmedos. -¿Y sabéis que? -le pregunté retóricamente. -Si tan secas estáis de imaginación os propongo un reto, cumplidlo y subirá la cantidad que os pagaré.

Apoyé las manos entrelazadas en la mesa, con los codos chocando contra el borde de la misma y miré a la peliazul. -¿que tal si nos haces una versión privada del espectáculo del champan? -pensativo y divertido relamí mis labios antes de captar las miradas de varios compañeros que habían visto igualmente aquel espectáculo, realmente. -Pero -ahí fue donde miré a Charlie y alcé las cejas. -sería una pena manchar toda la mesa así que qué tal si haces que ella beba de ti? -y de nuevo no era una pregunta, sino una sentencia. Si iba a marcharse, que se fuera, si iba a quedarse, más les valía empezar a jugar o me cansaría y si me cansaba las dos se irían de allí sin nada. O con menos que nada pues quien me hacia perder el tiempo lo pagaba con algo más que dinero. Tras varios segundos eché la espalda hacia atrás riendo brevemente. -¿Y bien? ¿Esperáis alguna señal? Haceros con toda su atención y, si os lleváis la mía, os iréis con mas de tres cifras.