White lies | Priv. Aoibheann

Observo mi figura vistiendo ese traje de seda color ceniza que tanto me llamó la atención en la vidriera. He de admitirlo, no soy de derrochar dinero en prendas caras de éste tipo, a decir verdad, prefiero encontrarme a mí mismo sucio, sudando, con las manos engrasadas en algunos de los tantos talleres y laboratorios que NeoTech posee pero está claro que al ser presidente de la misma no puedo saltar de reunión a reunión con sucias ropas de ingeniero, muchas veces necesito verme impecable y éste traje en la planta número ocho de éste edificio compuesto única y exclusivamente por tiendas me viene como anillo al dedo, sí, podría lucirme un poco en la próxima junta.

—Me lo llevaré puesto, si no es molestia— pronuncio con voz clara y suave a la vez que me giro hacia la chica que corrió a atenderme nada más logró reconocer mi rostro en cuanto ingresé a la tienda y la verdad es que ésta es uno de mis edificios favoritos para realizar alguna que otra compra importante o simplemente permitirme perder algunos minutos de mi tiempo observando lo que cada piso, cada tienda ofrece en su escaparate. Le hago entrega inmediata de mi tarjeta de crédito y tras unos pocos segundos finalizo la compra y ya me encuentro delante de la tienda. Observo de reojo al grupo de tres Jueces a unos veinte metros de distancia, sus miradas están fijas sobre mí, suspiro aliviado, la comandante de la división de eliminación, Morgan Black me tiene muy bien cuidado y consentido y no esperaría menos con lo mucho que invierto en las fuerzas de seguridad. Protección las veinticuatro horas del día a cambio de créditos y productos que pueden salvar la vida de un Juez, un trato excelente.

Les arrojo una última mirada antes de comenzar a caminar y observar los escaparates que me rodean a mí y a la innumerable cantidad de personas que se encuentran en éste octavo piso un viernes por la noche. Una pareja muy anciana con bolsillos gordos siendo acompañados por sus androides de servicio, una niña pequeña tomada de la mano con un androide que simula ser un niño pequeño, una compañía ideal para solucionar esa necesidad de amistad que todos poseemos a lo largo de nuestra vida, especialmente cuando somos niños. Allí donde yo mire, donde yo pose la mirada, veo a NeoTech, androides, teléfonos móviles sumamente inteligentes, un par de piernas exoesqueléticas que ayudan a una lisiada a caminar, NeoTech está en todas partes y lo admito, me resulta agradable saber que soy el presidente de una megacorp que efectúa un cambio positivo en la mayoría de vidas de las personas.

Suspiro muy satisfecho conmigo mismo y sonrío, sin embargo mi sonrisa se congela brevemente para luego desaparecer de forma lenta cuando mis ojos se posan de pura casualidad sobre su figura. Difícilmente alguien es capaz de llamar, cautivar por completo toda mi atención de forma tan abrupta pero ella, ella es capaz de hacerlo y es única y exclusivamente por un motivo pero, ¿es posible acaso? No puede ser ella, ¿o sí? Sí, no puedo equivocarme, no luego de haberla moldeado en mi mente y luego con mis manos —Me atrevería a decir que ese conjunto tan bonito fue diseñado para ti— de un momento a otro me encuentro parado a su lado con una sonrisa natural sobre mi rostro pero me encuentro muy confundido. Un modelo KJ-9, un modelo en el cual invertí tantas horas de investigación y tantos créditos. Analizo su rostro, sus labios, su cabello, su lunar tan característico. Una unidad reciclada, encargada para cumplir funciones de seguridad y claro, cumplir a sangre fría ciertas órdenes que incluso los psicópatas más inhumanos tacharían de aberrantes.

Ella fue el único modelo que logró ver la luz tras tantas arduas pruebas, ¿qué está haciendo aquí? Luego de lo insoportable que fue Andrómeda a la hora de encargar éste modelo, ¿por qué la dejarían deambular por ahí? Entrecierro los ojos, claro, Andrómeda no ha permitido algo semejante. ¿Será capaz de reconocerme? Y en caso de hacerlo, ¿qué hará el modelo que yo mismo diseñé al respecto? Tengo muchas dudas, algunas soy capaz de responderlas yo solito pero otras requieren de su cooperación —Posees una figura sin igual, diría que eres la única en éstos diez pisos de tiendas que merece vestirlo— suelto una pequeña risita y mi diestra juguetea con el cuello polar que algunas veces me cubre medio rostro —¿Piensas comprarlo?— no quiero asustarla si es que su software desarrolló semejante sentimiento. Será precavida y desconfiada, lo sé, yo la diseñé. Me tomaré ésto con calma, poco a poco, jugando mis cartas con sabiduría.

Y algo en su sistema, en su software tan complejo se activa, puedo sentirlo. Sé que me ha reconocido más no sé si simplemente será porque mi rostro está en todas partes por motivos más que obvios, revistas, en la pantalla de cada televisor, en las propagandas, en hologramas, a no ser que se viva en una cueva en algún lugar recóndito o en las celdas subterráneas del centro de justicia, todos alguna vez han visto mi rostro. Tal vez sea por eso o tal vez en su memoria haya vestigios de mí, uno de los primeros rostros que vio al "nacer" junto con el de mis colegas ingenieros y científicos.

—El blanco va muy bien con tu cabello, con el color de tu piel, te quedaría como anillo al dedo— esbozo una pequeña sonrisa, sincera a pesar de que ésta situación es extraña para mí, para ella también, desde luego. Me queda claro por su comportamiento de que ésta en una posición en extremo arriesgada, sé que detrás de mí, a unos cuantos metros están las figuras de esos Jueces que mantienen sus ojos clavados cual puñales sobre mi silueta y por supuesto que también sobre la chica, androide con la que estoy charlando, estamos en el punto de mira de mis protectores, ella lo está y soy consciente de que la incomodan.

Frunzo levemente el ceño y me relamo de forma fugaz los labios y le llamo de forma suave, cuidando el tono que empleo para dirigirme a ella —KJ-9— solamente el pronunciar su nombre, el nombre de modelo me trae tantos recuerdos. Jamás podría olvidar todo lo que invertí en ella para acabar vendiéndola como si nada a Andrómeda. Suspiro, me tiembla el pulso, deseo tomarle de la muñeca para impedir que se vaya pero el contacto físico en una situación así no es recomendable, para nada —¿Me permites comprarte el conjunto?— mi sonrisa se ensancha un poco y abro más mis ojos. Me hace ilusión comprárselo, ha dicho que es de su agrado y de alguna manera me gustaría consentirla pero con esos uniformados mirándonos...

—Si actúas con normalidad ellos no sospecharán nada, solamente me están cuidando, les pago para eso— me doy a explicar, en parte es verdad pero por otro lado también están presentes para obedecerme, cumplir con cualquier orden que brote de entre mis labios pero ella no tiene por qué saberlo, una pequeña mentirita blanca para intentar tranquilizarla y apartar sus nervios, para hacer las cosas más fáciles —Yo también debería de tener miedo— vuelvo a hablar, borrando momentáneamente mi sonrisa —Estoy delante de una unidad con...— ¿cómo decirlo? Me he encontrado con unidades con éste tipo de "fallas" antes pero no con ella, justamente ella —Libre albedrío y no sé de lo que es capaz pero aquí estoy, en presencia de mi pequeña con muchos deseos de consentirla un poco— suelto una pequeña risa nerviosa. Sí, estoy nervioso pero no por mi propia seguridad, sino por que no sé cómo actuar ante todo ésto. Jamás podría haberme imaginado algo así.

Niego de forma leve con la cabeza tras escuchar sus palabras. Estando expuesto como lo está ella, casi no hay forma alguna de simplemente desvanecerse, para ella hacer el tonto ahora mismo no es más que una decisión, una opción muy pobre a tomar y me alegra que deje ese papel a un lado —Espero que defenderte no implique matar, herir inocentes o tomarme como rehén— suelto de entre mis labios con total honestidad y cualquiera pensaría que estoy bromeando pero no, no es una broma. Por mi parte no pienso dejar que ni un Juez que hace de escolta desde la distancia ingrese a ésta tienda. Y yo, bueno, no me acercaré a ella a no ser que sea estrictamente necesario, el contacto físico es impensable.

—No hay forma concreta de saberlo— alterno la mirada entre su aparentemente frágil, delicado y bonito rostro y sus manos, un par de manos que palpan la tela de ese conjunto tan bonito, un par de manos que difícilmente alguien pensaría serían capaces de matar a sangre fría y con relativa facilidad a alguien pero que, conociéndola como la conozco yo, son capaces de eso y más —El hecho de que el piso no haya sido evacuado, clausurado y llenado con Jueces debería de ser un buen motivo para pensar que no morirás— y siendo sincero ese sería un movimiento muy estúpido por mi parte. Ella mataría algunos cuantos Jueces y escaparía, así de fácil y sencillo. Ahora bien, ¿qué me garantiza que ella por algún motivo no se arrojará sobre mí y acabará conmigo en un parpadeo? Tampoco hay forma de saberlo.

Me cruzo de brazos y la observo de pies a cabeza, arrojo una mirada rápida a los Jueces que mantienen sus miradas fijas sobre ambos, intercambiando algunas palabras entre ellos y poco más. Luzco natural, me comporto natural, un día más en la vida de Ashley Luschek, hasta parecería que estoy intentando comprar el cariño de una chica con un conjunto caro. Que digan lo que quieran —¿Lo dices en serio? Yo te hice, desde el detalle más pequeño hasta la pieza más relevante de tu ser, sé cuando ocurre algo con mis creaciones— vuelvo a ella arremetiendo con aquellas palabras, respondiendo su pregunta. Que no le sorprenda que luego de todo el tiempo que invertí en ella le conozca un poco (demasiado) bien.

—¿Deseas probarte el conjunto?— ensancho de forma natural mi sonrisa. Ver su figura llevando prendas tan perfectas me hace ilusión y es por eso mismo que no me espero ni un segundo a que ella me responda —La señorita desea probarse el conjunto— pronuncio en voz alta, lo suficiente como para lograr que una de las chicas se acerque velozmente hacia nosotros, ilusionada por atender al presidente de NeoTech y también llevar a cabo una jugosa venta —Ve y pruébatelo— digo suavemente apartándome de ella para sentarme en un cómodo taburete cilíndrico de cuero carmesí —Yo te esperaré aquí sin mover un pelo— me cruzo de brazos y le guiño mi ojo sano. No hace falta que se lo pruebe, le quedará perfecto pero quiero pasar todo el tiempo posible con ella, tantos misterios, interrogantes y tan poco tiempo.

Enarco una ceja ante su tan genuina sorpresa. ¿Me recordará acaso? Fui uno de los primeros, no, fui el primer rostro que ella logró divisar una vez que su sistema fue activado por primera vez, cuando dejó de ser un simple prototipo, cuando estuvo lista para llevar a cabo sus tareas con Andrómeda, para cumplir su verdadero papel. En ese momento ella no poseía ésta irregularidad en su sistema, ésta especie de libre albedrío, era una máquina con un pensamiento simple, regido bajo unas cuantas normas inquebrantables. ¿En qué estará metida realmente? No logro entender cómo es posible que Andrómeda no me haya notificado de su huida rebelde, ¿cómo puede ser que no hayan reclamado mi atención y asistencia en el asunto? Tan típico, tan tonto.

Elevo la mirada hacia ella y vaya, no puedo evitar quedarme boquiabierto un par de segundos antes de retomar la compostura —What a masterpiece— murmuro en mi lengua natal, algo hipnotizado, atraído ante su belleza física. Dibujo una pequeña sonrisa y me reincorporo con los brazos cruzados. Un diseño único y perfecto capaz de robar la mirada, no, los sentidos de todos aquellos que le rodean. Recibí algo de ayuda con el mismo, claro está, sin embargo me sentía muy motivado en el momento de crearla y aunque me apene un poco admitirlo, me basé en los cuerpos de las modelos extranjeras que más me gustan. Tomé lo mejor del físico de cada una y éste es el resultado, ella fue el producto final.

—¿Años de abandono?— repito sus mismas palabras un poco confuso, una confusión que no dura demasiado ya que es reemplazada por más asombro. Una broma, ¿quién diría que ella sería capaz algún día de llevar a cabo una pequeña broma? —¿Has aprendido a bromear por ti misma? Esa ha sido genial— unas pequeñas risas se escapan de entre mis labios y nuevamente la examino de pies a cabeza, hay algo que ella necesita y no puedo negarme a dárselo —Zapatos— pronuncio en voz alta observando sus pies, mi mirada no se posa sobre la de nadie —Quiero zapatos para la chica— elevo la mirada hacia KJ-9, puedo escuchar los pasos de la dependienta corriendo a buscar unos pares que sean idóneos para ella. Por momentos siento que ella es una muñeca y que yo la estoy vistiendo a gusto, sin embargo aparto esos pensamientos de mi mente. Ella es más que una muñeca, mucho más.

—Espero seas comprensiva conmigo y no te molestes con que te conscienta un poco más de la cuenta. No todos los días me encuentro con...— la señalo, no sé cómo llamarla, de hecho, ni un otro sonido se escapa de mi boca más que un leve suspiro. Me encojo de hombros, algunas personas se reirían a lo lejos por ver a Ashley Luschek sin saber qué decir. Aún así, a pesar de todo, hay asuntos que se deben tratar, asuntos imposibles de evitar —Espero que también seas comprensiva y entiendas que hay asuntos delicados que tratar— clavo mis ojos sobre los suyos tras pronunciar aquellas palabras con un tono suave, no quiero sonar amenazante, es la última de mis intenciones pero debo saber, debo informarme.

La dependienta rápidamente trajo una selección de zapatos. Todos poseían tonalidades semejantes, en blanco, plata o negro, pues pretendían ir a juego con el vestido. Aoi no respondiendo inmediatamente a las palabras del hombre y centró su atención en el calzado, buscando la opción más adecuada. Iba posando los dedos sobre cada par, juzgando qué opción sería la más adecuada...

-Las bromas son...raras... no las entiendo demasiado bien en realidad- Dijo una vez hubo elegido unos zapatos- Pero un amigo las usa mucho y a veces trato de imitarlo. El comportamiento humano es extraño...-

Era un par de zapatos de tonos plateados. Poseían cintas envolviendo la parte de arriba del pie, tacón alto y grueso, puntas redondeadas, cierre de hebilla y como toque final un detalle color blanco sobre el empeine. Aoi se sentó sobre una gran butaca y con cuidado fue poniéndose las prendas. 

-Intento imitaros y así ver si os entiendo. Me pides comprensión y eso no es una actitud a la que haya estado precisamente expuesta este último año, pero he tenido la ocasión de experimentarla por otros medios.- Se puso en pie redirigiendo su pasos hacia el espejo- Pero tampoco es algo que deba preocuparte. No te tengo rencor...-

Calló al advertir su imagen en el reflejo. Se veía hermosa, esa es la realidad, tanto así que no pudo evitar posar un poco para admirarse ¿Acaso había algo de malo? ¡Claro que no!...



-Gracias. Ha sido un bonito detalle..pero nunca he necesitado que me mime nadie y creo que sigue sin ser necesario...no es que no lo agradezca o que no me agrade. Es solo que...¿Nunca has tenido la sensación de estar dentro de algo que no forma parte de ti?-

La dependienta vuelve muy pronto con nosotros para hacerle entrega a la androide de una pequeña pero a la vez muy cara selección de preciosos zapatos los cuales pueden ir a juego con ese conjunto que lleva encima. Apreciando a KJ-9 en silencio considero que me he superado a mí mismo con su diseño. La observo de pies a cabeza, sus piernas, sus manos, ese lunar que ambos compartimos en nuestro rostro, tan característico, sus ojos, su todo. Es perfecta por fuera y perfecta por dentro a pesar de que haya sido creada para llevar a cabo tareas poco nobles como lo es el asesinato, me encargué de que incluso sea perfecta para aquello.

—El comportamiento humano, no, el ser humano en sí es muy complejo, querida. Por lo general ni entre humanos logramos comprendernos del todo, créeme. Te daría una charla detallada pero como sabrás, esa no es mi especialización— le aseguro con una suave y delicada sonrisa a la vez que observo como elige un par de muy bonitos zapatos de tonos plateados con pequeños accesorios y detalles claves que los hacen únicos. Se reincorpora, camina hacia un espejo y se aprecia así misma, vamos, hasta posa un poco admirando la obra maestra que ella es. Si bien las palabras que ella me dedica no son las que yo buscaba tratar realmente pues considero que no logra comprender qué asuntos deseaba tocar, me alegra enormemente que no profese sentimientos negativos hacia mi persona.

Sin embargo me encuentro en un dilema. Las normas son claras y aquí mismo se han infringido varias. Por empezar ella es una unidad corrompida como dirían algunos, era parte de Andrómeda y algo sucedió con ella de un momento a otro que se ha convertido en lo que es ahora mismo y en todo aquello que aún desconozco pues dejando de lado que yo mismo quien la ha diseñado desconozco por completo qué caminos y decisiones ha tomado. El presidente de NeoTech ignora las normas y deja rondar por allí una unidad corrompida la cual puede ser un potencial peligro para la sociedad. Suspiro y bajo la mirada al suelo antes de volver a verla al rostro para escuchar las palabras de la androide.

—Muchas veces— respondo rápidamente a su pregunta con mi diestra sosteniendo mi mentón y apreciando su figura en el espejo —Si nada hubiera ocurrido con papá y yo no me hubiera visto obligado a abandonar los Estados Unidos mi vida hubiera sido algo distinta— procedo a explicar tras soltar un largo suspiro —Me imagino dando clases en alguna universidad de alta reputación, llevando una vida más sencilla y tranquila, tal vez en algún taller mecánico de ésta misma empresa con prendas de ingeniero y no de traje— jamás fui partidario de fantasear, flotar en tontas ideas e ilusiones pero algunas veces me he visto a mí mismo disfrutando de ideas así, tontas ideas —Tal vez ahora mismo no estarías delante del presidente de NeoTech, tal vez ni siquiera hubieras sido diseñada. Así han resultado ser las cosas para mí al menos pero intento no quejarme ni dejarme derribar por la competencia, no es propio de los Luschek— una pequeña risa se escapa de entre mis labios, no dejo de sonreír —¿Te apetecería ser una Luschek en algún momento?— pregunto de la nada pero no espero una reacción por su parte —Has llegado lejos casi sin ayuda, ¿verdad? A saber a dónde llegarás en el futuro— ella cumple requisitos clave para llevar el apellido, desde luego.