Escape of fate...

With Edea Valory

El dolor que comenzó a sentir tanto en piernas como brazos tras tantas horas de largo caminar sumado a la enorme carga que le había tocado llevar a la pequeña delfín empezaba a ser insoportable. Pese a las duras tareas que le impone su ahora dueña no se acostumbraba al desgaste de éstas, y la parte animal que se mostraba casi al completo tampoco ayudaba mucho, teniendo la piel algo más sensible fuera del agua. ¿Podía hacer algo para remediarlo? No, Valory no fue criada para que estuviera constantemente quejándose, y no tenía más remedio que obedecer sin rechistar, pues soportar el usual molesto carácter de Nirindiel ya era suficiente como para verla molesta de verdad con ella. Un suspiro escapó de sus labios ante su comentario, recolocando las bolsas de una manera algo más cómoda.

Poco a poco el dolor de su muñeca aumentaba, dificultando bastante su labor de cargar con toda las bolsas de ropa que había comprado la contraria. El terror inundó su pequeño cuerpo cuando no pudo más, causando que alguna que otra bolsa se escapara de su agarre. En cuando la fémina se dio la vuelta se temió lo peor, pues pese a nunca haber sido tocada de mala manera por su parte, siempre estaba ese pequeño miedo. —Está bien... —balbuceó acariciando la zona herida, esperando que el dolor pasara pronto para volver a retomar su tarea. Retomaron el camino en dirección a su nuevo hogar, al cual aún no se había acostumbrado a llamarlo ni verlo de aquella manera, pero poco podía hacer en la situación en la que estaba. Su andar ahora era más ligero, mientras que sus pensamientos estaban en otro mundo, estando bastante distraída en aquel momento. Se paró en seco dando un pequeño saltito por el susto que le había provocado la albina al volver a hablar, dándose inmediatamente la vuelta hacia ella. Dirigió la mirada al edificio que había nombrado, no le parecía tan mala idea después del largo paseo que habían tenido, y tampoco podía negar que la compañía de su familia no eran agradable para Edea ni para ellos, así que un pequeño respiro no le vendría para nada mal.

Como era de esperar la pobre chica que le tocó atendernos se veía nerviosa e incluso algo asustada ante Nirindiel, algo a lo que poco a poco terminaba por acostumbrarse. En cuanto la tarjeta estuvo en manos de la elfa, Valory inclinó levemente la cabeza, dedicándole un "Gracias" en un tono bastante bajo, pero el cual pudo escuchar sin problema alguno la chica. La habitación donde se hospedarían le parecía todo un lujo, un lujo del cual le costaría disfrutar por mucho que lo intentara, añadiendo a la suma otro factor, el cual sin previo aviso "atacó" la herida de su brazo, sintiendo un pequeño pero agudo dolor en cuanto lo hizo, el cual pasó en tan solo segundos. —Lo siento —se disculpó con un tono de voz suave, desviando la mirada ante la vergüenza de estar tan cerca de ella, le seguía pareciendo... raro. —Pronto me acostumbraré, mi piel es algo más sensible de lo normal —explicó, resumiéndolo en aquella corta frase pensando que solo se lo tomaría como una excusa más, o simplemente lo pasaría por alto sin tener interés alguno en ella, aunque Edea siempre deseaba que la comprendiera y que de algún modo fuera más suave con su trato.

En cuanto escuchó lo del baño no pudo evitar fijar sus ojos en los de la contraria, abriendo éstos como platos ante la impresión, relajando ese inesperado alto ritmo de su corazón cuando comenzó a reírse, esperando que solo fuera una broma y no se convirtiera en un orden más a la que obedecer con desgano. —No tengo mucha hambre, pero supongo que igualmente tendré que ir para acompañarte —admitió mirando las bolsas, para posteriormente sentarse en el filo de la enorme cama. —Esperaré aquí en lo que te bañas —contestó con tranquilidad, dibujando una pequeña y algo forzada sonrisa en su rostro. Al menos podría tener algo de tiempo para relajarse y pensar con claridad, sin distracción alguna.