Rules Set No.1 | Priv.

Cuando alguien se dedica a ésto se labra una reputación de forma casi inmediata y difícil de borrar aunque se haga esfuerzos para dejarlo en el olvido, dejar atrás el estilo de vida. Yo nunca me molesté en llevar a cabo tal cosa, es algo que me gusta, algo en lo que soy excelente y algo que me hace sentir realmente viva. Desde la meticulosa tarea de crear el producto, transportarlo y venderlo hasta utilizar un afilado carisma para conseguir clientela y cerrar tratos. Eventualmente, si éste estilo de vida no se deja atrás todos obtienen una diana pintada sobre sus siluetas. Yo no soy la excepción, no es que le tema a la muerte, la respeto pues sé que en algún momento vendrá a extinguir la llama que arde en mi interior de una forma u otra pero lo que realmente temo es que nadie pueda continuar con el legado de la familia.

Y tras evaluarlo durante un breve lapso de tiempo mis decisiones finalmente me condujeron a éste sitio, el cabaret New London, uno de los tantos sitios que hay en ésta ciudad y cuyo principal objetivo es satisfacer los irrefrenables deseos carnales que poseen ciertos individuos. Me adentro a una de las salas que hay en el lugar y me acomodo sobre uno de los finos sofás que hay aquí, me cruzo de brazos y de piernas dejando en claro que no estoy interesada en todo lo que se ofrece, en lo más mínimo me interesa. A unos diez metros de distancia justo delante de mí, dos cortesanas se besan y acarician lenta y sensualmente mientras me observan de reojo, aparto la mirada. Tras unos segundos una desconocida mano masculina acaricia mi hombro derecho con intenciones de viajar hacia mi cuello pero aparto bruscamente el hombro.

Niego con la cabeza sin observar a nadie en concreto. ¿Lo único que quiero de aquí? Es a él, deseo verlo a él y ofrecerle ésta oferta que tengo en mente. Le conozco, me conoce, entre criminales solemos conocernos. Tengo mis dudas al respecto pero ahora mismo diría que es mi mejor opción para lo que tengo planeado. Es distinto a mí, yo conservo cierta humanidad lo cual para éstos negocios eso es un gran punto débil pero él no posee esas tonterías en su ser y es justamente por eso que en ese aspecto es mejor que yo. Ahora mismo solamente me queda esperar a que él no me deje esperando demasiado rato y acuda a mi encuentro, tenemos que hablar en privado. Aliso con ambas manos la negra gabardina que llega casi hasta mis rodillas antes de observar a mi alrededor. Supongo que mientras tanto no tengo más opción que apreciar de reojo los cuerpos que están a la venta aunque no sean de mi particular interés.